Diez años de la desaparición de Mario Golemba. Diez años de impunidad




Hace diez años, más o menos a esta hora, Mario Fabián Golemba (27) cenaba por última vez con su familia. Al otro día, el 27 de marzo del 2008, viajó desde Picada Indumar, localidad de Dos Mayo, hacia Oberá para consultar a una nutricionista porque deseaba aumentar algunos kilos.
A las 15.05 de aquel 27 de marzo le envió un último mensaje a su novia Angélica diciéndole que a la tardecita estaría nuevamente en su casa. Nunca más la chica ni la familia supieron nada de él. Fue como si se lo tragó la tierra. Un desaparecido en democracia.  
Mañana se cumplen diez años de la desaparición de Mario Fabián Golemba y su familia sigue reclamando respuestas, anhelando justicia, llorando la inexplicable ausencia. Diez años de impunidad.
Qué ironía. Hace pocos días se celebró el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia” en conmemoración al fatídico 24 de marzo del 1976 que dio inició a la última dictadura cívico-militar que azotó el país.
Se escucharon sentidos discursos, hubo lágrimas y reivindicaciones, incluso de los mismos actores políticos que en su momento frenaron la hipótesis de investigación del caso Golemba que apuntaba a la Policía de Misiones. Qué hipocresía.


Dos testigos

Tras la desaparición de Mario Golemba el gobierno provincial se anunció una recompensa de cien mil pesos para quien aporte datos que permitan dar con el paradero del muchacho.
Pero la situación cambió de manera rotunda a partir del testimonio de dos detenidos que declararon que el día de la desaparición -el 27 de marzo- vieron que efectivos de la Comisaría de Dos de Mayo tenían esposado a Golemba. Escucharon que lo golpeaban y que él decía que no había hecho nada. Luego lo subieron a un móvil y no lo volvieron a ver.
Ambos testimonios están incorporados en el expediente que se tramita en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá, a cargo de la jueza Alba Kunzmann de Gauchat, quien insiste con que se trató de una “desaparición de persona” y nunca dio lugar al careo entre los testigos y los uniformados que entonces se desempeñaban en la Comisaría de Dos de Mayo, tal como pretende la defensa de la familia.
A partir de dichos testimonios fueron removidos el jefe y el personal de la citada  dependencia. Por ello, la familia siempre sospechó del accionar policial.



“No le hice mal a nadie”

Los padres de Mario Golemba se entrevistaron varias veces con los testigos que dijeron haberlo visto en la Comisaría de Dos de Mayo.
“Me quedó grabado que uno de ellos nos contó que Mario les decía a los policías: ‘porque me hacen esto, si yo no le hice mal a nadie’, que es una frase que él decía siempre. Por ejemplo, yo le decía que guarde la bici, y me contestaba: ‘para qué mami, si yo no le hice mal a nadie no me van a hacer nada a mí’. Por eso cuando escuché esa frase me vino la imagen de Mario”, relató doña Irma Komka, la mamá, tiempo atrás.
En abril del 2016 la familia sufrió otro duro revés con el fallecimiento de don Antonio Golemba, el papá de Mario, quien perdió la salud en busca de respuestas.



El recuerdo de sus padres

En marzo del 2015 los visité en su casa de Picada Indumar y los entrevisté para el diario El Territorio. Aquí parte de aquella nota:
“Parece que le veo ahí -señaló don Antonio en el frente del corredor-, cuando Mario terminó la secundaria y me preguntó si podría seguir estudiando. Me dijo: ‘papi, si conseguimos una pieza para quedarme vos me das una caja de grasa y una bolsa de poroto por mes que yo me arreglo’, pero en esa época estábamos mal y no pudo estudiar el Profesorado de Historia que tanto quería”, comentó con la voz temblorosa por la emoción.
Por esos vaivenes de la economía, donde los pequeños productores agrarios son siempre la variable de ajuste, Mario no pudo asistir a la Universidad y tuvo que trabajar desde joven. Al momento de su desaparición se desempeñaba en la Cooperativa Dos de Mayo Limitada, donde era muy apreciado por ser cumplidor y buena gente.
Era apasionado por la lectura y músico autodidacta, tocaba la guitarra y cantaba en el coro de su iglesia. Era muy compañero de sus padres, y ellos sienten la ausencia.  
Y don Antonio relató una anécdota que pinta de cuerpo entero a Mario, quien vendió su moto para comprarle una máquina podadora a su papá.
“Yo ponía herbicidas para desmalezar los yerbales y él no quería, decía que era malo para mi salud y que arruinaba el suelo. Un día, sin decirme nada, vendió la moto y con esa plata me compró una motoguadaña para que no tenga que usar más herbicidas”, recordó con la mirada triste.

Policía en la mira

Además del dolor por la desaparición, la familia padeció el accionar de inescrupulosos que pretendieron lucrar con su sufrimiento, como un comisario de la Policía que se hizo pasar por investigador privado y les solicitó una importante suma de dinero que no llegaron a pagar.
“No nos dijo que era policía, nos enteramos después porque de casualidad le vimos en Oberá uniformado. Él mismo decía que eran policías los que le hicieron desaparece a Mario y quería plata para investigar el caso”, reconocieron.
El comisario en cuestión decía que el muchacho fue detenido por la Policía de Oberá porque lo confundieron con un boquetero que entonces era intensamente buscado. Lo interrogaron y después lo trasladaron a Dos de Mayo, donde más tarde dos detenidos confirmaron que lo vieron en la comisaría.
Y siguen las sospechas en torno al accionar de la fuerza. “A los pocos días que desapareció Mario, en la Seccional Primera un policía le preguntó a mi sobrina: ‘por qué le buscan acá, si desapareció en Dos de Mayo’. Pero en esos momentos nadie había nombrado a la Policía de Dos de Mayo, eso fue mucho después y hasta ahí sabíamos que había desaparecido en Oberá”, comentó el padre.
Luego, en mayo de 2010, se realizaron excavaciones en el predio de un ex destacamento dependiente de la Comisaría de Dos de Mayo. El procedimiento se realizó a partir del testimonio en sede judicial de un policía que aseguró que un colega asesinó al muchacho. La búsqueda fue infructuosa.
“Versiones hay muchas, como también gente que dice que sabe cosas, pero si no declaran en la justicia no sirve. Acá no hubo voluntad política para investigar a fondo y se sabe que cuanto más tiempo pase, más difícil será conocer la verdad”, lamentó don Antonio con la mirada cargada de tristeza.






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