Doble homicidio de Lidia Bezus y su hijo Diego Kosaczuk: un viejo rencor entre vecinos se transformó en un baño de sangre


Jorge Miguel Chiluk (28) fue criado por su madre y nunca conoció a su padre, lo contrario de Sergio Elías “Tuti” Machado (28), quien siempre contó con una fuerte figura paterna. El último jueves, ambos fueron condenados a prisión perpetua por el doble homicidio de Lidia Bezus (69) y su hijo Diego Kosaczuk (29), ultimados a tiros en su chacra de Paraje Samambaya, municipio de Los Helechos.
Durante las tres jornadas del juicio oral y público, Machado contó con el incondicional acompañamiento de sus padres, sus hermanos, cuñados y sobrinos. Por su parte, Chiluk afrontó el proceso en absoluta soledad.
Tuvieron diferentes crianzas, diferentes familias, diferentes modelos y oportunidades, pero al final ambos eligieron el mismo camino delictivo y pasarán por lo menos 35 años tras las rejas. El libre albedrío tiene su costo.
Tras la dura sentencia impuesta por el Tribunal Penal Uno, Machado recibió los besos y abrazos de todos los familiares que lo acompañaron durante el debate. Las lágrimas de su madre quedaron impregnadas en su camisa. Chiluk se conformó con el frío apretón de manos de su defensora oficial, le colocaron las esposas y se retiró custodiado por dos penitenciarios. Nadie lloró por él.
Luis Bezus, hermano y tío de las víctimas, también asistió al juicio acompañado por su cuñada Emilia Martínez de Bezus, quienes así clausuraron el más duro capítulo familiar.
“Lo que más dolió fue escuchar la saña con que los mataron. Pero más allá de la Justicia terrenal, creo en la Justicia divina y pienso que estos muchachos están a tiempo de arrepentirse y salvarse”, comentó Bezus sin rencor.
En tanto, su cuñada comentó que “el primer día de juicio me acerqué y les regalé un librito cristiano a cada uno de los acusados. Les dije que Jesús también murió por ellos. Los dos mes dijeron gracias”.

Un crimen atroz 

Tiempo antes del hecho las víctimas cobraron una buena suma por la venta de pinos y el dato llegó a oídos de los acusados, quienes se criaron en la zona y fueron compañeros de escuela de Diego Kosaczuk.
La brutalidad de los asesinos se explicaría en que Chiluk guardaba un viejo encono porque Kosaczuk lo había incriminado en robos de yerba y madera. Y prometió vengarse.
Según se estableció, el 16 de julio del 2015, antes de las 9, Machado, Chiluk y al menos otros dos sujetos que no fueron identificados ingresaron a la propiedad portando armas. Fueron por la plata y mataron a las víctimas porque los reconocieron.
Antes de ser ultimada, la señora Bezus alcanzó a tomar su celular y llamó a su vecina María Zochewerke para pedir socorro, pero no alcanzó a decir una palabra. La vecina sólo escuchó ruidos de fondo y luego le pidió a Héctor Romaniuk, otro vecino, si podía acercarse hasta la propiedad de Bezus para ver qué pasaba. Romaniuk fue antes del mediodía, pero los perros no lo dejaron ingresar. Regresó a las 14 y fue entonces que halló muerto a Kosaczuk.
El cadáver presentaba disparos en el rostro y tórax. En el interior de la vivienda hallaron el cuerpo de su madre, quien también sufrió un disparo y un fuerte golpe en la cabeza. Tanta saña por un celular y algo de cambio, el escaso botín que se llevaron los asesinos, ya que luego los investigadores hallaron miles de pesos ocultos en diferentes sectores de la vivienda.
Tras las primeras averiguaciones surgió que las víctimas habían tenido un problema con un ex vecino de apellido Chiluk, ya que Kosaczuk fue testigo de dos denuncias contra el sujeto. Otros testigos lo vieron conduciendo una moto roja los días previos al hecho y recordaron sus antecedentes de robo de yerba y pino.
En el allanamiento a su domicilio hallaron una escopeta, cartuchos y cinco celulares. En tanto, en el departamento de Machado dieron con un revólver calibre 22 y el celular de la señora Bezus, según el cotejo posterior. Criminalística de la Policía estableció que las marcas de los plomos hallados en los cuerpos de las víctimas eran compatibles con el cañón del revólver secuestrado.

Las pruebas 

En el juicio, Vanesa Machado (35) confirmó que en las horas posteriores al hecho María Elena Regalado, novia de Chiluk, le comentó que su concubino había andado merodeando la zona con otras personas, entre ellos Tuti Machado.
“Ella tenía miedo de que haya sido Chiluk porque tiempo atrás le había amenazado a Diego Kosaczuk (…) Era bravo el muchacho, complicado. Los vecinos le tenían miedo porque entraba a las chacras y sacaba las cosas ajenas”, subrayó la testigo.
En su alegato la fiscal Estela Salguero consideró clave el hallazgo de pruebas en posesión de Machado y recordó que en la instrucción el padre del imputado declaró que sabía que su hijo compró un arma. “Yo le amo a mi hijo pero no debo mentir”, indicó entonces.
En tanto, indicó que Chiluk les tenía bronca a las víctimas porque Kosaczuk declaró en su contra en dos causas anteriores. También refirió que al menos dos testigos lo vieron merodeando por la zona en los días previos al hecho.
Sobre su principal coartada, que el 16 de julio estuvo trabajando en el aserradero de los hermanos Hartel, Salguero explicó que “efectivamente figura como presente en la planilla de asistencia, pero esa semana el capataz estuvo de licencia y era quien más controlaba al personal. Por eso acá los dueños reconocieron que el control no era estricto, el predio era amplio y abierto, y si alguien salía y volvía podría pasar desapercibido".
La fiscal también valoró el testimonio de Samuel Martínez, un ex reo que declaró que Chiluk le confesó la autoría del hecho y brindó detalles al respecto, como que “antes de entrar aspiraron una sustancia blanca con cerveza para tomar coraje y que trabajaba en el aserradero como pantalla”. De todas formas, el testigo no fue hallado ni brindó testimonio en el debate.

Versión inverosímil 

A lo largo de todo el proceso Tuti Machado se negó a declarar, pero en la última jornada del debate rompió el silencio y trató de justificar el hallazgo del arma homicida y el celular de Bezus en su departamento.
“Un día a las 7 de la mañana me golpearon la puerta del departamento que alquilaba en Tres Esquinas, me lavé la cara y fui a ver quién era; pero no había nadie, sólo una bolsa con un revólver y un celular. Yo junté eso porque pensé que por ahí alguien iba a venir a buscar”, argumentó.
El alegato de Roberto Bondar, defensor de Machado, hizo agua por todos lados y no convenció a nadie, tal como lo corroboró la sentencia.
“Hicimos una investigación con el padre de mi cliente y determinamos que ese día él se levantó y fue comprar pan, pero los testigos tuvieron miedo de declarar. El dueño del departamento nos dijo que la noche anterior Machado se tomó un vino, se fumó un porrito y se fue a dormir. Por eso el día del hecho se levantó de tarde”, señaló.
Asimismo, lanzó serias acusaciones sobre el accionar policial, al punto que mencionó que “la Policía por ahí le plantó la prueba” y agregó que “la gente normal tiene miedo de la Policía”.

Tres claves de la sentencia 

1. El testimonio de Vanesa Machado, quien relató que la concubina de Chiluk le comentó que días antes del hecho el sujeto anduvo merodeando la chacra de las víctimas y reconoció que había amenazado a Diego Kosaczuk. Dos vecinos de la zona también indicaron que lo vieron transitando en una moto roja días antes del hecho.
2. Los dichos de Samuel Martínez, quien afirmó que Chiluk le confió que él y Machado participaron del doble homicidio.
3. El revólver calibre 22 y el celular de la señora Bezus encontrados en el departamento de Machado, en Tres Esquinas.


(Foto Luciano Ferreyra)

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