MERCENARIOS DEL DIEZMO


La maestra la vio en la otra punta del patio, recostada contra la pared, solita y llorando. Le pareció una imagen lógica, triste pero lógica. Apenas diez días antes la pequeña quedó huérfana de madre y hacía un par de días que había vuelto a la escuela.

Conmovida, la docente se acercó y le preguntó que le pasaba, presumiendo que sabía la respuesta. La chiquita, de 8 años, se secó las lágrimas con el puño del guardapolvo y habló: “Johana (una compañerita) me contó que el pastor dijo que mi mamá se murió porque dejó de ir a la iglesia. Mae, mi papá tampoco va. ¿Será que él también se va a morir?”.

Capaz más indignada que sorprendida -ya que no era la primera vez que escuchaba algo así en la colonia-, la maestra trató de consolar a la nenita, le aseguró que Dios no castigó a su mamá y que su papá estaría bien; que su compañerita habrá entendido mal, que no pasaba nada.

Pero la inocente siguió triste, preocupada y temerosa por el futuro de su familia. El daño estaba hecho. Para esa chiquita y sus compañeros la madre murió porque dejó de ir a la iglesia, el pastor lo dijo.

Así operan en la mente de las personas estos mercenarios del diezmo, inescrupulosos con cero kilómetro que exprimen la razón de la gente de a pie y siembran un futuro de ignorancia y miedo.




(Imagen ilustrativa)

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