Caso Wasyluk, a seis años del horrendo homicidio que tiene como acusados a trece policías


Hugo Miguel Wasyluk (38) tenía un físico privilegiado y quienes lo conocieron aseguran que poseía una fuerza descomunal. Incluso, en la década del 90 participó en un popular concurso de pulseadas que se realizaba en el programa de Gerardo Sofovich, los domingos por la noche. Los vecinos de Campo Ramón recordaron que llegó a la instancia semifinal del certamen, donde el reconocido conductor lo presentaba como “El misionero”. En aquellos años Wasyluk estaba trabajando en Buenos Aires y su hermano mayor lo convenció de participar en el programa.

Años más tarde regresó a Villa Bonita, donde vivía con sus padres y alternaba labores en la chacra familiar con alguna que otra changa. Y los policías conocían su fuerza. Por eso, el 25 de abril del 2011 fueron entre cinco a detenerlo por una supuesta denuncia nunca confirmada. Dos días después, en la madrugada del 27, fue hallado muerto en una celda de la Seccional Primera de Oberá. Según la autopsia, la causa de la muerte fue “un shock hipovolémico y asfixia por aspiración de líquido intestinal”. Traducido: sufrió una hemorragia masiva que impidió que su corazón pueda bombear suficiente sangre al cuerpo y sus órganos dejaron de funcionar. A consecuencia de ello aspiró su propia materia fecal. El cadáver presentaba “múltiples lesiones traumáticas a nivel torácico de tipo compresivas, producidas con gran peso”, ocasionadas por el terrible castigo que sufrió estando esposado. 

En pocos días se cumplirán seis años del homicidio por el que están procesados trece efectivos de la Unidad Regional II. Fuentes judiciales confirmaron que en el segundo semestre del 2017 se realizaría el debate oral y público. El camino para el juicio quedó allanado luego de que el Superior Tribunal de Justicia (STJ) denegó el recurso de queja presentado por la defensa de dos de los policías implicados.

Los acusados 

Desde un primer momento, los más implicados en la muerte de Wasyluk fueron el sargento Pedro De Mattos, el cabo Carlos Antonio Gómez y el agente Ricardo Javier Rodríguez, sobre quienes pesa la carátula de “tortura seguida de muerte”. Los tres cumplían funciones en la Comisaría de Villa Bonita y fueron quienes redujeron y detuvieron a la víctima la noche del 25 de abril. 

Para la Justicia, los citados fueron los responsables de propinarle el mayor castigo a Wasyluk. Los tres fueron liberados en mayo del año 2014 luego de abonar una caución de 50 mil pesos cada uno, puesto que estuvieron detenidos tres años, lapso mayor al que estipula la prisión preventiva. Por ello esperan el juicio en libertad, como los demás implicados.

Según consta en el expediente, luego de varios meses detenido, el agente Rodríguez decidió romper el silencio y contó con detalles cómo golpearon a Wasyluk. Asimismo, con lágrimas en los ojos reconoció que estaba amenazado por sus propios camaradas. 

Por el mismo hecho están procesados Jorge Antonio Heijo y Wilson Ricardo González, acusados del delito de “omisión de denuncia de torturas e incumplimiento de los deberes de funcionario público”.
En tanto, Miguel Ángel Espíndola, Hugo Ariel Basaraba, Carlos Ariel Lentini, Andrea Rosana Harasimezuk, Alejandro Fabián Núñez, Luis Alberto Silva, Gustavo Javier Fontana y el médico policial José Orlando Morales fueron imputados por el delito de “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

La agonía 

En junio del 2014, la familia de Wasyluk se constituyó en querellante particular. En tanto, las apelaciones presentadas por las defensas de algunos de los imputados hicieron hincapié en determinar dónde murió la víctima, puesto que se estableció que sufrió un brutal castigo a lo largo de varias horas y en distintas locaciones.

Tras ser reducido a golpes, fue detenido y trasladado a la comisaría de Villa Bonita y, ya esposado, siguió padeciendo un duro castigo. Ante el evidente malestar, el mismo lunes 25 por la noche se decidió su traslado a la Seccional Segunda, donde no lo recibieron. Tampoco en la Primera quisieron hacerlo, ya que al observar el estado del detenido, el responsable de la guardia solicitó que fuera revisado por el médico policial en turno, Morales, quien estaba en un asado. 

Fue así que el médico apenas se acercó hasta el móvil que trasladó a Wasyluk y lo revisó en el mismo lugar, dando cuenta de que tenía “algunos golpes superficiales y unos raspones, pero nada de riesgo”, confiaron. El médico habría subestimado la gravedad de las lesiones, al punto que luego la autopsia explicitó un brutal castigo.

Por su parte, uno de los efectivos de la Primera reconoció al entregar la guardia dejó constancia en el libro que “el informe médico no coincidía con lo que presentaba el detenido. Estaba muy mal, como que deliraba. Pedía por la mamá y una frazada”, reconoció. Se supone que agonizó por más de 24 horas sin asistencia médica.




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